Al acabar la universidad, la incertidumbre asoma. ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué sigue después? Las preguntas se multiplican, las dudas nos carcomen. Y aunque para algunos volver al alma mater no es una opción, para otros es un ansiado sueño. Ese es el caso de los jefes de práctica que se convirtieron en docentes. Hoy en ¡Habla! nos cuentan sus experiencias.

Por: Alessa Basso Valladares
Sentado frente al edificio E, Jimmy no oculta su alegría. Nos recibe con una sonrisa gigantesca, mientras espera por la oportunidad de contar su historia en La Facu, su segunda casa. “Hola, soy Jimmy Johnsons, profesor de los cursos de Taller de Video y Taller de Transmedia. Hace un ciclo era jefe de práctica”, se presenta. Y no deja de sonreír.
Diego está muy vinculado al centro cultural de la universidad, por lo que sugiere conversar fuera del mismo. Desborda entusiasmo, se le nota dispuesto a ayudarnos. ¿Contar cómo empezó a trabajar en su propia casa de estudios? No lo dudó un segundo. Hace un ciclo, el ahora profesor de Técnicas de Diseño, Taller de Diseño Gráfico y Trabajo Profesional 2 era jefe de práctica.
Johanna nos recibe en su sala de asesorías en el edificio D, el cual no existía cuando tenía que hacerle consultas a sus profesores. Allí hoy la buscan sus alumnos. Es profesora de Técnicas de Diseño y Taller de Diseño Gráfico. Hace dos meses era jefe de práctica.
A Giácomo se le nota apresurado. En unos minutos debe dictar clase, pero no abandona la sonrisa y nos da el encuentro en las escaleras de La Facu. Ahora es director de publicidad y docente del curso de Producción y Realización Publicitaria. Durante ocho años, hasta el ciclo pasado, fue jefe de práctica .

Volver a la universidad
Antes de estar frente a una pizarra, Jimmy, Diego, Johanna y Giácomo estuvieron sentados en los mismos pupitres que nosotros. Sus vidas profesionales empezaron en la Universidad de Lima y cuando acabaron la carrera el deseo de volver -o, mejor dicho, quedarse en La Facu- estuvo presente. Convertirse en jefes de práctica fue el primer paso.
Probablemente, algunos de ustedes compartieron un curso con ellos y de seguro aprendieron muchísimo de sus conocimientos. ¿Pero cómo se llega a ser jefe de práctica?

Toma nota: el primer paso es ser un buen alumno, ¡Claro que el promedio sirve para mucho más que escoger un buen horario! El segundo -e imprescindible- es mostrar interés por el curso. “Empecé a venderme muy bien en las clases, hice todos mis trabajos y destaqué entre el resto. Todo eso me ayudó para que luego una profesora, Sandra Rodríguez, me llamara para ser su jefe de práctica”, recuerda Diego Gómez. Y es que desempeñar este rol no es fácil. Significa entrar a un terreno donde los cupos son escasos. Solo a algunos afortunados se les abre la puerta.
“No es fácil ser jefe de práctica porque todos los cursos ya tienen uno. El truco está en encontrar el timing perfecto, el momento en que se necesita. No es nada sencillo”, cuenta Giácomo, quien tiene una historia muy particular: en el 2013-2 llevaba su último ciclo de la carrera y tenía como jefe de práctica al reconocido profesor César Loli (¿quién no ha escuchado de él por los pasillos de La Facu?). En un arranque de confianza, le comentó sus deseos de convertirse en su colega .Un ciclo después, Loli pasó a ser profesor y lo llamó para que sea su jefe de práctica, propuesta que Giácomo aceptó sin dudar. En ese momento empezó un camino que duraría ocho años. En paralelo siguió alimentando su pasión por la publicidad, lo que le permite brindar mejores conocimientos a sus alumnos.
La vida, como canta Blades, da sorpresas. Es el caso de Jimmy, quien en el 2014-2 postuló para ser jefe de práctica. Recuerda que la respuesta llegó tarde, cuando pensaba que la oportunidad no se concretaría. “Pasó una semana, no hubo comunicación, pensé que no había quedado. De la nada me manda un correo Pocho (Manuel Solari) en el que me dice que hay una reunión para separar los equipos. No entendía qué estaba pasando. Llamé a Julio (Wissar) y me dijo que tenía que reservar equipos en distintas semanas. Fui a la reunión y dije ‘creo que ya estoy trabajando’”, comenta entre risas.

El caso de Johanna es un poco diferente. Ella empezó como Jefe de práctica del curso de Técnicas Audiovisuales y de Diseño Gráfico Publicitario, su verdadera pasión desde que era alumna. “Me di cuenta que me encantaba el arte y que más allá de las palabras me gusta expresarme a través de las imágenes”, señala la docente, quien también tiene a el Clown como una de sus pasiones.
Si hay algo que todos comparten es su agradecimiento hacia los profesores que les dieron la oportunidad de entrar al mundo de la enseñanza. César Loli, Miguel Bernal, Gladys Chávez, Julio Wissar, y Sandra Rodríguez son personas que marcaron un inicio para un futuro que algunos de ellos veían lejano y que otros no esperaban.
El camino a la pizarra
Ser jefe de práctica es una especie de entrenamiento para ser profesor, ya que como menciona Johanna, ese paso le permitió conocer a los alumnos y sus problemas, así como la manera de ayudarlos y conectar con ellos. ¿Pero, cómo es este proceso de cambio? Acompañar a los estudiantes en su desarrollo durante el curso es una cosa, ser quien lo dicta y los califica es otra, quizás no tan diferente, aunque probablemente más intimidante.

“Cuando comencé a armar las clases muchos profesores amigos me ayudaron, pero estaba muy nervioso. Cuando empezó el ciclo me daba pánico, pero ya estamos en la semana 3 y todo eso ya se fue”, cuenta Jimmy, quien también trabaja en CREA (Centro de Creación Audiovisual de la Universidad de Lima).
Considera que el reto es hacer que nosotros, los estudiantes, nos enganchemos con los temas. Para ello encuentra motivación en la posibilidad de compartir sus propias experiencias. De esa forma, cree, podemos sentirnos identificados.

El proceso para ser docente es largo, requiere estudios y mucho compromiso. Por algo dicen que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, “Siempre he dicho que mi trabajo habla por mí. Lo que hice fue mostrar lo que venía realizando.Ese fue el respaldo y sustento de mi potencial y de lo que podía enseñar”, indica Giácomo. Ser profesor, añade, fue un deseo que surgió después de ocho años como jefe de práctica, el cual pudo hacer posible porque supo balancear sus tiempos como docente y director de publicidad.
Para ser profesor es indispensable contar con una maestría. Johanna Montauban estudió una en antropología visual. No obstante, afirma que el secreto está en no dejar nunca el trabajo de campo. Es su cable a tierra.
¿Te gustaría ser profesor en un futuro? ¡Todo empieza por las ganas! El camino recorrido por Diego, Giácomo, Johanna y Jimmy no fue fácil, pero todo lo vivido ha sido recompensado. Y se aprende todos los días. “Tengan paciencia y un buen diálogo con los profesores”, resalta Johanna, quien nos despide con una gran sonrisa. “No descuiden nunca el lado práctico”, dice Giacomo, sin dudar cuando le piden un consejo. “Estudien mucho, porque cuando entren a trabajar les demandará mucho conocimiento”, reflexiona Jimmy. Finalmente, si algo hay a tener en cuenta es que, como dice Diego, “la universidad tarde o temprano recompensa a la gente que se esfuerza”.