Delegados en acción

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Desde que entramos a la universidad hasta un paso antes de terminar, hay un pedido de los profesores que se repite en cada primera semana de clases: convertirse en delegado. Probablemente te preguntarás qué se hace en este importante rol. Tal vez ya lo sepas o incluso lo has sido. De cualquier manera, es imposible negar que su presencia es imprescindible. Hoy en ¡Habla! te contamos más sobre este cargo.

Stephano, Gabriela, Micaela y Ximena, son 4 delegados de La Facu.

Por: Alessa Basso Valladares 

Hay un rol que -estoy segura- todos conocemos. Lo ejerce una persona a la que acribillamos con nuestras dudas y a la que, más de una vez, le hemos pedido que consulte algo con el profe en nombre del salón. Así es, hablamos de los delegados de aula, los nexos entre el alumno y el docente, que juegan un rol importantísimo cuando, por ejemplo, le pedimos al profesor ampliar el plazo para la entrega de un trabajo. ¿Eso no es un secreto, o sí? 

Sabemos que para los profesores puede ser complicado convencernos de ser delegados de aula. Aunque los casos pueden ser diferentes, ya que en algunas secciones abundan los voluntarios, en otros es más difícil. ¿Pero, qué significa ser delegado? No podemos responder a esa incógnita sin conocer las experiencias de primera mano. Ximena, Gabriela, Stephano y Micaela, cuatro estudiantes de La Facu que desempeñan este papel en diferentes ciclos, nos cuentan sus experiencias.

“Es ser un medio entre el profesor y los alumnos, eso me gusta bastante, poder conectar con la gente”, cuenta Ximena Ruiz, delegada del curso de Sociedad y Comunicación de quinto ciclo. Y es que si en algo coinciden nuestros cuatro colegas es que ejercer ese rol es volverse en un puente entre el docente y sus compañeros. Y no solo eso, se genera también una especie de ayuda mutua. De ese parecer es Gabriela Chong, delegada del curso de Producción y Realización Publicitaria de noveno ciclo. “Me gusta bastante ser delegada porque de alguna manera podemos ayudarnos entre todos y eso es lo bonito”, indica.

Más allá del nexo que se forma con los profesores, convertirse en delegado ayuda a generar un mejor ambiente, así lo cuenta Stephano Jiménez, representante del curso de Procesos Interculturales de séptimo ciclo. “Lo que hacemos es brindar apoyo, comprensión y ser un vínculo con el profe y los demás compañeros. De esa manera se genera un mejor ambiente, una mejor propuesta por parte del docente a fin de que cada uno de los alumnos pueda entender y disfrutar el curso”. 

Como todo en la vida, hay un beneficio personal y sobre ello opina Micaela Sotillo, delegada del curso de Semiótica de las prácticas de octavo ciclo: ejercer ese rol la ayuda a estar más atenta en clase porque así puede ayudar a sus compañeros. “Ser delegada me obliga a ponerme al día, apuntar todo porque sé que alguien más lo va a necesitar o que a veces a mis compañeros les da vergüenza preguntar. Para el profesor podría ser incómodo recibir 40 mensajes del mismo tema”, comenta. 

Los delegados son conscientes de la importancia de la labor que realizan. Y los profes,  que reciben su apoyo, resaltan su gran ayuda durante el curso. Nestor Martos, docente de los cursos de Sociedad y Comunicación y Trabajo Profesional 1, menciona que sus delegados permiten que la clase sea más llevadera, ya que recuerdan asuntos que se dijeron y que tal vez no todos siguieron con atención. También tienen bien mapeadas las fechas de entrega de los trabajos, un detalle imprescindible. 

Por otro lado, Diego Barreto, profesor de Semiótica Narrativa y Semiótica de las prácticas, comenta que los delegados lo apoyan recordándole el envío de presentaciones o cuando algunos alumnos faltan. “Siempre que los delegados se proponen, les pido que sean personas a quienes les guste conectar con otros o disfruten poder ayudar a los demás”, resalta. 

Está clarísimo que ser delegado es muy importante tanto para estudiantes y profesores. Ejercer un vínculo más cercano con los docentes, ayudar a los compañeros y, a través de ello, tener un mejor rendimiento académico son solo algunos de los beneficios que conlleva este cargo. A veces es complicado, pero el esfuerzo vale la pena, ya que permite “poder conocer y tener contacto con los profesores y más adelante ser reconocidos. Es una oportunidad para crecer como estudiante”, menciona Stephano mientras se despide. Ser delegado, además, es una manera de aprender de tus profesores y Gabriela está de acuerdo. “Los profes te dan muchas recomendaciones, material e incluso consejos profesionales que luego te sirven para tu carrera”. 

¿Te animarías a ser delegado? ¡Cuéntanos!

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